Por Yamilé Jiménez
María Teresa Linares: «Tete» para muchos, nació el 14 de agosto de 1920 en la capital cubana y luego de preliminares estudios de piano, matriculó en el Conservatorio Municipal de Música de La Habana, para finalmente recibir su diploma universitario en la carrera de Estudios Cubanos.
Conocer al investigador, pedagogo y compositor Argeliers Leon devino derrotero definitivo para su vida, ya que por un lado entablaron una profunda y duradera relación sentimental; y por otro, Tete comenzó a descubrir todo un universo musical vinculado a la etnomusicología, la diversidad cultural y el folklore del país.
Si bien ella confiesa que comenzó fichando los libros de Fernando Ortiz en sus ratos libres y mecanografiando las notas manuscritas de Argeliers, la pasión por las pesquisas sobre temas de la música (especialmente del folklore cubano y su conformación), fue ganando terreno en sus intereses hasta conseguir un propio espacio con su nombre.
De tal modo, juntos iniciaron una serie de investigaciones de campo en diversas zonas rurales, generando con ello una valiosísima información musical de origen africano y español.
Por razones prácticas, mientras Argeliers se sumergía en la música de procedencia africana, María Teresa por su parte se inclinó más por la música campesina. «Era más fácil para él —y no para mí— aproximarse a santeros y babalaos (…) mientras yo me acercaba más a los campesinos», reconoció.
«Podía ir a sus casas; podía tratar con las mujeres, que cantaban también. No quiere esto decir que yo abandonara el trabajo de Argeliers, ni él, el mío. Porque siempre los dos nos vinculamos en ambas direcciones. Así aplicábamos nuestro propio método y, a la vez, trazábamos un plan de investigaciones», evocó además.
A partir de 1947 y durante una década, ambos investigadores ofrecieron cursos de verano en los cuales las grabaciones recogidas y luego transcritas, eran mostradas en forma de audiciones analíticas.
Luego de 1959, estos ciclos estivales sobre música folklórica acapararon tanto la atención por la novedad del material, que se vieron obligados a impartirlos en el anfiteatro más grande de la Universidad de La Habana para poder acoger a todos los interesados.
En 1974 María Teresa Linares comenzó su labor de asesoría y producción discográfica para el sello EGREM y entre los más de 50 fonogramas que contaron con su colaboración destaca la serie de diez volúmenes Antología de Música Afrocubana, que constituye el más abarcador material de música folklórica cubana de origen africano.
Lo es, en tanto contiene grabaciones originales interpretadas por sus propios cultivadores, además de una amplia y exhaustiva información de alto valor etnológico.
Ese mismo año fue publicado su libro La música y el pueblo, texto de corte didáctico que trata sobre el folklore como patrimonio musical del pueblo adentrándose en los grupos étnicos que integran la población cubana.
Entre otras tantas actividades desplegadas por María Teresa Linares a lo largo de su vida sobresale también, entre 1984 y 1997, la dirección del Museo Nacional de la Música, quehacer que combinó con la realización de numerosos artículos especializados en revistas y periódicos a la vez que impartió clases y seminarios en Cuba, Puerto Rico, España, Nicaragua y México.
Por su amplia, decisiva y trascendente obra que abarca investigaciones, desempeños y ocupaciones diversas puestas al servicio de la música cubana ha recibido importantes reconocimientos como el Premio Nacional de la Música y la Orden Félix Varela, máxima condecoración que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba a las personalidades que han realizado extraordinarias contribuciones a la cultura artística y literaria.
Heroína del Trabajo, además, hablar de María Teresa Linares significa aludir obligatoriamente a una vida que ya arriba a un siglo de existencia; largo tiempo sin dudas, marcado por su fértil quehacer que le confiere la virtud de ser una página doblemente vital (trascendente y viva) en el libro de la musicología cubana.
Música de Concierto y Cultura en Cuba 