Por Antonio Fernández Seoane.
Al parecer, Heyder Luis Reyes Rosas cambió sus derroteros como Instructor de Arte para dedicarse más a la creación artística y eso queda demostrado con su hoja curricular en cuanto a exhibiciones.
Comenzó esa trayectoria en 2013 cuando realizó su primera muestra personal, que se vierte suficiente en ese apartado, y también en su forma colectiva.
Pero Heyder Reyes (Güines, 1991) sigue llamando la atención.
Con sólo 22 años de edad es ya miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) -y también de la Asociación Hermanos Saiz (AHS)- y ahora, cambia igualmente sus rumbos estéticos fundamentados principalmente en el dibujo, la caricatura y en la ilustración.
Lo ratifican sus innumerables premios en el Salón Nacional del Humos de San Antonio de los Baños y en el Salón Internacional de Humor Gráfico de Villa Clara, para entrar al mundo del objeto arte, más que a la «instalación», como se dice en el plegable de la exposición.
Con tal propósito, presenta su actual exhibición personal, preparada por la AHS de la joven provincia de Mayabeque en su espléndida galería de arte de San José de las Lajas: Punto de vista, titular de la muestra en cuestión que formó parte de la 19ª. Jornada Nacional de Performances e Intervenciones Puente Sur que, aunque concluido, aún se encuentra en presentación pública.
En un número que no sobrepasa la docena de obras, Reyes nos hace entrar en el mundo de los reciclajes con piezas y partes de objetos que forman parte del desmedido mundo –fundamentalmente- de la comunicación y otros que atañen –quizás- a usos de los que se vale el ser humano en su cotidiano quehacer y de los que se desprenden importantes reflexiones, a pesar de las inverosímiles conformaciones de sus estructuras morfológicas.
Lo ejemplifica la obra que presenta un plato con su calada cuchara en forma de piezas de rompecabezas o esa que, con título de Retoño, hace descubrir en el brazo de madera de un hacha un pequeño rebrote como tierna ramita de lo que será después un robusto árbol que correrá posiblemente la también suerte de ser cortado.
Son objetos que ahora cobran nueva vida, nuevas valoraciones, y que sustituyen a otros en sus originales condiciones conceptuales como diferentes «puntos de vista», blandidos por este joven artista.
Encierro, por ejemplo, como jaula que ahora aprisiona a un móvil del cual brotan sonidos de los cantares de un ave… Y, así, artefactos o artilugios que una vez funcionaron en su propia condición de uso se transforman en «otros», pero muchos en esa intención de la comunicación postmoderna que se nos hace inhumana y no en pocas veces en cualquier contexto para hacerse universal, como esa de Nueva Fe en la que rogaríamos ante un Dios –a través de su cruz de sacrificio- con un rostro totalmente tecnológico y con la incertidumbre de si podemos o no tener la deseada «cobertura» para ello.
Música de Concierto y Cultura en Cuba 